La Habana (Efe).- Eloy Gutiérrez Menoyo,
excomandante de la Revolución cubana y posteriormente opositor a Fidel Castro,
falleció hoy en La Habana a los 77 años, informaron a Efe fuentes allegadas al
disidente.
Gutiérrez Menoyo, nacido en Madrid el 8 de
diciembre de 1934, residía en La Habana desde hace años y padecía un aneurisma,
dijo la fuente, quien recordó que estaba "muy enfermo" desde hace
tiempo y "tenía muchos problemas de salud".
Con el grado de comandante fue uno de los
rostros de la Revolución cubana pero en enero de 1961, contrario a la línea
marcada por Fidel Castro, abandonó Cuba en una balsa rumbo a Florida y se unió
al movimiento anticastrista Alpha 66.
A finales de 1964 retornó clandestinamente a la isla para organizar un
movimiento armado contra Fidel Castro, pero fue capturado, acusado de espionaje
y subversión, condenado a muerte, y finalmente la pena le fue conmutada por 30
años de cárcel.
Fue liberado en diciembre de 1986 tras la
gestión del entonces presidente del Gobierno español Felipe González y, ya en
Miami, fundó a principios de los noventa el grupo opositor moderado
"Cambio Cubano". Tras varias visitas a la isla desde 1995, donde
incluso coincidió con Fidel Castro en un seminario sobre democracia
participativa, decidió fijar su residencia en La Habana en 2003.
Ha muerto en La Habana el
ex comandante guerrillero Eloy Gutiérrez Menoyo, a los 77 años.
Combatiente
revolucionario, opositor al régimen de Fidel Castro, prisionero plantado por
más de dos décadas en las cárceles de la isla, exiliado y disidente pacífico en
sus días finales, Menoyo escribió una historia personal de hidalguía y
perseverancia que ni sus más enconados enemigos pueden dejar de reconocer.
El documento que
publicamos a continuación es una suerte de testamento político y humano,
dictado en La Habana a su hija, la editora Patricia Gutiérrez Menoyo, en
conocimiento de que el deterioro de su salud era irreversible y el desenlace
estaba próximo. Menoyo pidió que fuera publicado después de su muerte.
Sus palabras para la
posteridad nos perfilan la imagen de un hombre que, equivocado o no en sus
estrategias políticas y fundamentos del cambio democrático, nunca dejó de
pensar en el futuro de Cuba.
TESTAMENTO POLITICO DE
ELOY GUTIERREZ MENOYO
El
año 1959 registró un acontecimiento que parecía marcado por la poesía: la
Revolución Cubana. De aquella Revolución, esparcidos por la isla y por el
mundo, quedan hoy restos dolorosos de un naufragio. En el 2003 regresé a Cuba.
Enemigo en un tiempo del Estado cubano y percibido así oficialmente, intentaba
una actividad pacífica que fecundara a favor de un espacio político. Durante
años, desde el exilio en visitas puntuales a Cuba, habíamos dialogado con este
gobierno con vista a una apertura política. Con el país hecho añicos, sin el
socorro de la desaparecida esfera comunista, no le quedaba a Cuba otra salida
que no fuera el cambio.
Así se lo manifesté a Fidel Castro en nuestros encuentros que consideré breves
pero sustantivos. Sin embargo, desde mi llegada sorpresiva, no se me ha
extendido el carnet de identidad ni se me ha otorgado el espacio político que
se discutió en un tiempo. Es cierto que se ha tolerado mi presencia pero ello
ha ocurrido bajo el ojo orwelliano del Estado que se ha preocupado por observar
de cerca a nuestra militancia.
En el tiempo que he pasado aquí, he visto también la destitución de sus cargos
de algunos de los funcionarios oficiales que compartieron conmigo y otros
activistas de Cambio Cubano, no sólo la preocupación por los problemas que
asolan a nuestro pueblo, sino también la urgencia de producir la necesaria
apertura política. Esa apertura política traería consigo grandes
transformaciones que se hacen impostergables y para las cuales no faltó en los
momentos de nuestras conversaciones cierto estímulo alentador por parte del más
alto liderazgo de este país.
Sin perder la fe en los cubanos
Hoy día, sin perder mi fe en el pueblo cubano, denuncio que aquella empresa,
llena de generosidad y lirismo, que situaría de nuevo a Cuba a la vanguardia
del pensamiento progresista, ha agotado su capacidad de concretarse en un
proyecto viable.
Comparto esta realidad con los mejores factores del pueblo cubano, estén en el
gobierno, en sus depauperadas casas o en el exilio, y asumo la responsabilidad
de este tropiezo a la vez que me reafirmo en las ideas que en su inicio
suscitaron la admiración de amplios sectores cubanos e internacionales. Hago
esta declaración en medio también de un diagnóstico médico en lo que va
menguando mi salud personal. Asumo la responsabilidad de esta batalla y no me
amedrenta el hecho de que algunos puedan calificarla de fracaso. La voluntad de
perpetuarse en el poder de Fidel Castro ha podido en este caso más que la fe en
la posible renovación de los mejores proyectos cubanos desde fecha inmemorial.
¿Cuál es la Cuba a la que me enfrento hoy en medio de mi enfermedad? Es una
Cuba desolada en la que el carácter ético del proceso de 1959 se ha hecho
inexistente. El ciudadano ha ido perdiendo consciencia de sí mismo: se resiste
aunque a veces no lo exprese y la juventud se sustrae y convierte el deseo de
escapar en una obsesión desmesurada. Grandes sectores de la gente de a pie ya
sabe de memoria que esta revolución ya no tiene sentido moral. El cubano ha ido
perdiendo su esencia. Sobrevive en la simulación y en ese extraño fenómeno del
doble lenguaje. Las estructuras son irracionales. La extranjerización de la
economía se monta precariamente sobre una fórmula absurda y desbalanceada que
excluye el protagonismo y la iniciativa nacional.
El gobierno que pregonó ser del pueblo y para el pueblo no apuesta por la
creatividad y la espontaneidad nacional y el sindicalismo brilla por su
ausencia.
Me ha tocado vivir de cerca la ardua faena de intentar hacer oposición en este
país. He sido firme en mi posición independentista y en mi llamado a marcar
distancia de cualquier proyecto vinculado a otros gobiernos. Pero el gobierno cubano
ha sido tenaz en su minuciosa labor de hacer invisible a la oposición, a la que
se coacciona y cohíbe de movilizarse y no se le permite insertarse en las áreas
importantes de las comunicaciones o la legislación.
Aferrados al poder absoluto
¿Cómo indemnizar a un país a 50 años de disparates contra su ciudadanía? ¿Cómo
se indemniza a un pueblo de tantos daños directos contra la colectividad y el
ciudadano? ¿Cómo se le indemniza de los errores por consecuencia?
El gobierno cubano no deja duda de su incapacidad de crear progreso. Como
resultado de esta realidad el cubano deambula sus calles como un ciudadano
disminuido, inquieto, triste e insolvente. En la mentalidad de los que se
aferran del poder a toda costa ese ciudadano es el modelo y candidato perfecto
a la esclavitud. La constitución no funciona. El sistema jurídico es una broma.
La división de poderes no es siquiera una quimera. La sociedad civil es, como
el progreso, un sueño pospuesto por medio siglo.
¿Burla la justicia la madre desesperada que busca leche para su hijo en la
bolsa negra? Hace unos 60 años, Fidel Castro se dirigió a un magistrado, en
medio de una dictadura pero con prensa libre como testigo, y explicó que si se
le acusaba por uso de fuerza militar revolucionaria, ese agravio, ese desacato
a la ley, y aquella querella oficial contra él, debían ser desestimados ya que
el gobierno existente era producto ilícito de un golpe de Estado. Aquella
lógica, inexpugnable y cierta, podría aplicarse hoy día, en nombre de la
oposición para decir que el gobierno cubano hace un grosero uso del poder
absoluto y que su consolidación a perpetuidad es una intolerable disposición
testamentaria. Se usaría bien aquel planteamiento de Fidel ante un magistrado
para decir que nadie puede hacerse custodio eterno de un país ni llevar
adelante una meticulosa empresa de abolir la realidad y de paralizar el avance.
También se me ocurriría preguntar dónde está la dirección originaria del
proceso por el que murió mi hermano Carlos o cuándo terminará la desazón de sentir
que el futuro está hipotecado. Durante 50 años de destreza política y control
policiaco el cubano ha sido un verdadero héroe de la subsistencia dentro de un
laberinto dialéctico. Ha manejado el desencanto y el extravío y el
desdoblamiento y la fatiga. ¿Qué tiene de nuevo que decirle este gobierno a ese
cubano acerca de su destino incierto? Según los médicos, mi diagnostico es
irreversible. Voy sintiendo que cada día será más opaco y a la vez más cierto
en la brevedad de mi destino. No temo el diagnóstico que parece ser una ruta y
la caminaré con calma y con esperanza en el futuro de Cuba, esta tierra de
hombres y mujeres inigualables. Quisiera decir que me reitero en las ideas que
alentaron en mí y en mis hermanos mis padres generosos; ni tamizo ni renuncio a
mi vinculo con la socialdemocracia, una vinculación que es, cada vez más, a
partir de la visión incluyente de la historia; las posibilidades de éxito de
cualquier visión política se engrandecen o achican a partir de la generosidad y
el sentido de compromiso colectivo, la capacidad de acuerdo de sus portadores.
Servir a Cuba
Si ofendí a alguien, si los fantasmas de las diferentes contiendas me tentaron
a faltarle a la generosidad, pido benevolencia, al igual que olvido a quienes
pudieron haberme juzgado de manera apresurada hoy reflexiva. Creo haber servido
a Cuba en diferentes etapas por encima de los errores de mi autenticidad, de
cualquier falta de visión de mi parte o de cualquier terquedad en el camino.
Durante la revolución, creo haber sido una voz de humanismo que se manifestó
quizá mejor en el sentido de oponerme a los fusilamientos. Haber vivido en mi
infancia la guerra civil española me había preparado para intentar al menos el
dominio de las pasiones. No creo haber sido de los que permitieron el reverso
del sueño que acabó en convertirse en la peor pesadilla. Alguien podría
interpretar este documento como un lamento pesimista. Sin embargo, no es ese su
propósito como no va en él ninguna forma de cólera aunque me haga eco de estos
duros quebrantos de la familia cubana a la que me uní desde mi niñez al llegar
a Cuba como miembro de una familia de exilados españoles republicanos. Mi
optimismo se basa en la fuerza telúrica de esta isla; en la ternura infinita de
la mujer cubana; en el poder de innovación de su gente más sencilla. La
herencia de perdurabilidad de la Nación cubana resistirá todos los ciclones de
la Historia y a todos los dictadores. Varela es más que una seña. Maceo es más
guía que guerrero admirable. Martí no es una metáfora. La suerte llegará.
Cuando el último cubano errante regrese a su isla. Cuando el último joven
nacido en Madrid, en Miami o en Puerto Rico se reconozca en la isla. Cuando
sanen las heridas y desaparezca el dolor habrá un pueblo que tendrá cautela de
celebrar su nueva dicha y de cuidarse de magos iluminados y de proyectos
mesiánicos. Porque, no importa cómo, la suerte llegará: delgada, silenciosa y
frágil como una mariposa llena de júbilo, como una señal para este pobre pueblo
que merece algo mejor. Yo sé que habrá una mariposa que se posará en la sombra.
Me habría gustado poderle decir que habría querido dar más; acaso ella habría
entendido que sólo pude dar mi vida y que tuve el privilegio de ser parte de
esta isla y de este pueblo.
Eloy Gutiérrez Menoyo
http://cafefuerte.com/documentos/2287-eloy-gutierrez-menoyo-el-gobierno-cubano-es-incapaz-de-generar-progreso